Un aula virtual para los cursos de periodismo de la UCR. Acá podremos aprender a ejercerlo, analizar casos y compartir experiencias.

17/4/08

Turismo rural aprovecha Semana Santa

En esta Semana Mayor no todo gira en torno al catolicismo, para quienes deseen ir de paseo un par de días sin gastar mucho dinero se les presenta la iniciativa del turismo rural, una opción de desarrollo local sostenible para rescatar y disfrutar la riqueza cultural y ambiental propia de una zona.

Doña Rosa Rojas, demuestra que es posible organizarse y ofrecer una novedosa opción en Semana Santa en el pueblo de Nueva Guatemala en Cañas, Guanacaste, a cuatro horas de la capital; rodeado por los volcanes Tenorio y Miravalles, cerca de la laguna del Arenal y a una hora de la playa.

Doña Rosa, apenas está con las gestiones para participar en la selección de la Declaración Turística que realiza el Instituto Costarricense de Turismo, pero afirma que ella y su esposo William Murillo, visualizaron esta oportunidad cuando miembros del Instituto Nacional de Aprendizaje realizaban capacitaciones en la zona y solicitaban los servicios turísticos de la zona a un bajo costo. Por eso decidieron iniciar con los servicios.

La aventura inicia con 27º C, donde las imparables ventiscas anuncian la ciudad de Cañas; Doña Rosa recibe muy atentamente al turista y pone a su disposición dos habitaciones de su hogar para el alojamiento, un lugar cálido y de hermoso jardines.

Luego de una refrescante bebida de tamarindo y unas rosquillas de maíz, el turista selecciona entre las atractivos turísticos que ofrece la familia de Doña Rosa. Por ejemplo, un viaje de tres días se podría hacer de la siguiente forma, el primer día, con la guía de Fabio Murillo, hijo de Doña Rosa, puede ir al Parque Nacional Miravalles, con sus 2.028 m de altitud, seis focos eruptivos y un bosque húmedo en su cima.

Yéndose por Bagaces, es posible deleitarse de las Hornillas y los distintos recursos hidrotermales y de arcilla. Por medio de senderos se puede caminar por el Parque y observar una gran variedad de plantas. Además, cerca de la zona se encuentran los vestigios arqueológicos más antiguos del país.

El segundo día, podría optar por un paseo a caballo guiado por Murillo en donde se hace un recorrido de cuatro horas por Nueva Guatemala, un pueblo de parcelas y ganaderos hasta llegar a la entrada del Parque Nacional Tilarán, un antiguo bosque húmedo con una importante carga a acuífera, en donde se pueden observar distintas clases de felinos y serpientes.

Ahí mismo pueden realizar una caminata de tres horas hasta la cima y luego escoger entre bajar de nuevo hasta la Casa de Doña Rosa o acampar y ver el majestuoso atardecer junto con una panorámica de alrededor de un 85% de la provincia Guanacasteca. La comida y demás servicios son ofrecidos también, el turista solo debe dejarse seducir por la perfección natural.

Para el último día, se puede realizar una visita guiada por voluntarios al Centro de Rescate Las Pumas en Cañas, donde hay cinco de las seis especies de felinos del país, todos en peligro de extinción, además, se pueden encontrar otras especies de mamíferos y aves.

También se puede ir a pasear a pueblos aledaños como Tierra Morenas, donde en tiempos de fiestas, el redondel techado alberga al pueblo. Sin olvidar visitar el famoso Mil Amores, una pulpería-ciclo-ferretería-supermercado, donde Tulio Badilla, su propietario muestra orgulloso el rótulo "lo tenemos todo".

Al final, no olvide visitar la ciudad de Cañas, su hermosa iglesia construida con mosaicos multicolores, es la obra de cerámica más grande en el país. Además, una visita a Don Rogelio, el creativo inventor de la Leche dormida, lo dejará helado, con su bebida a base de leche, cebada y otros ingredientes.

Para Doña Rosa "la mayor dificultad para iniciarse en el desarrollo rural es el capital pero una vez obtenido hay que luchar por capacitaciones en lo que es manipulación de los alimentos, el inglés, historia y geografía de la zona" sin embargo, hay que aprovechar los recursos con los que se cuenta.

No lo olvide, semana santa es un periodo de reflexión, familiaridad o paseo para algunos, aprovéchelo de la mejor forma y si escoge ir de paseo recuerde que el desarrollo ecoturístico del turismo rural lo espera con la mejor atención para juntos recuperar el valor de la cultura local.

Lucía Ramírez Aguilar

16/4/08

La crónica

Retomando nuestro blog (finalmente!) volvemos a hacer Periodismo. Esta vez en el curso Periodismo Escrito, con casi el mismo grupo del año pasado excepto dos chicas que se nos fueron para RRPP. Buena suerte para ellas y bienvenidos a los que estamos desde marzo aprendiendo a aflojar nuestra mente y nuestros dedos para crear textos periodísticos que desafíen los malos augurios y los mitos sobre la supervivencia de la prensa escrita.

Empezamos con las crónicas recordando las palabras del periodista y escritor argentino Martín Caparrós sobre este género:

"Su magia: que el lector se interese en lo que, en principio, no le interesa. (...) Mirar donde parece que no pasara nada, aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema. Para contar las historias que nos enseñaron a no considerar noticia".

En nuestro medio, las crónicas son comunes después de un partido de futbol o de un concierto. Suena extraño su uso en un medio financiero y capturan miradas incrédulas en una noticia de un diario. Más si se trata de crónicas escritas en primera persona. (Somos muy conservadores?)

Las "crónicas" más comunes son "las noticias con orden cronológico", que no es lo mismo, pero algunos editores intentan pensar que así lo es y así lo ordenan. Y si vemos hacia afuera, nos encontramos que en otros países llaman crónica a un reportaje o a una semblanza. Aunque es admirable cómo escriben en Suramérica y por eso recomendamos en el curso la lectura de los medios en Colombia, Perú y Argentina.

En todo caso, lo que nos interesa de la tan llevada y nunca bien traida crónica es el potencial que tiene para acercarnos al lector, para cautivarlo, para tomarlo de la mano e ir a ver de cerca con él lo que nuestros ojos, como testigos o como protagonistas, vieron. Lo que nuestros sentidos percibieron. Es adentrarnos al cómo, con la ayuda de las descripciones, la creación de imágenes, los detalles que nos dejan escuchar con palabras, sentir con palabras, oler con palabras.

En síntesis, lo que nos permite ir allí sin movernos de nuestro sillón. Hagamos un repaso de las crónicas escritas por ustedes. Hay de todo, empezando por la famosa lagarteada (que al fin entendí de dónde viene la tradición, lástima que el colega de La Nación se quedó corta al explicarnos cómo se vivió esa actividad el pasado Viernes Santo). La crónica de Benjamín o de Simone merecían más ese espacio... Y ni hablar de las fotografías... superiores!!! También tenemos crónicas de Viernes Santo en misa, Viernes Santo de paseo, el Cristo resucitado en carreras, una tradición en Oros. Y hay otras que se apartaron de la Semana Santa para dejarnos ver la cotidianidad de una vía muy transitada pero también llena de historias, así como el "detrás de cámaras" de los juegos universitarios.

Quizás ustedes no tendrán mucho espacio para explotar este género en los medios nacionales, pero siempre deberán hacer el esfuerzo por sorprender a los lectores, empezando por sus editores. Convencerlos de que sí es posible llevar esa noticia al lector a través de una estructura distinta, menos rígida y con más gusto. Ese es el principal reto que nos deja este ejercicio.

Adentrémonos a sus crónicas y déjenme saber si sus colegas los transportaron al sitio donde pretendían llevarlos a través de las palabras.

15/4/08

Resurrección en carreras

En la mayor parte del país, las procesiones llevan un paso tranquilo y sin prisa, pero hay un pequeño pueblo en el que la marcha del domingo de resurrección parece una competencia en plena madrugada.

"Resucitó, resucitó" Era la frase que voces de niños repetían desde el interior de la ya anciana iglesia católica de Orosi. Al ser las 4:30 de la mañana, cubierto bajo una delgada capa de neblina, salió del pequeño templo la imagen que encabezaría la última procesión de esta semana santa. En los portones, niños, jóvenes, adultos y ciudadanos de oro le esperaban.

En medio de judíos y a un paso apresurado, seis personas sacaron las andas del resucitado y rápidamente lo colocaron a la cabeza del gentío. Lo hacían avanzar casi corriendo por las calles del pequeño poblado. Detrás, la animada multitud de cristianos le seguían el paso cantando y aplaudiendo al ritmo de una cimarrona que los venía siguiendo desde un camión al final de la procesión. El sonido de los tambores se escuchaba a metros de distancia, el retumbar de los redoblantes se confundía con la alegre cimarrona, y entre ambos producían un eco que se sentía por todo el lugar.

La peregrinación iba encabezada por el grupo de la Hermandad de Jesús de Nazareth quienes dirigían cánticos y oraciones, ya que el sacerdote de la localidad no participó en este desfile. "Viva Cristo resucitado" gritaba un hombre, mientras una multitud de voces le contestaban "Viva".

En cada esquina se veía un banderín dar vueltas desde las alturas, el banderín que cargaba la imagen de cera que representaba al resucitado. Cada cien metros las andas eran giradas muy rápidamente, tan rápido que hasta producía mareos de algunos de los hombres que le cargaban. Después de las tres vueltas continuaban avanzando rápidamente para lograr recorrer en dos horas la mayor cantidad de calles oroseñas.

Voces ya agitadas continúan cantando, a menor volumen pero con igual devoción. La "carrera" de resurrección está a punto de terminar, los niños ya cansados corren arrastrados del brazo de sus madres para llegar de nuevo a la iglesia. Algunos se han quedado atrás, pues el apresurado paso los ha dejado cansados y deciden caminar un poco más despacio hacia la iglesia.

Al ser las 6:30 de la mañana, la imagen de vestido blanco y corona dorada retorna al punto de partida. Ya de nuevo frente a la iglesia, los judíos se alinean, llevan su mano derecha hasta su frente en señal de saludo militar, mientras los encargados de los tambores agitan los bolillos velozmente produciendo un redoble que anuncia el fin de la procesión.

Ya con un paso más lento, la imagen ingresa al templo mientras unos 60 fieles la siguen. El Cristo resucitado es colocado a un lado en el interior del templo, el pueblo entra entonando cánticos en honor al resucitado, y en medio de oraciones le acompañan un rato más en la iglesia. Los judíos se retiran, la cimarrona termina su participación, y lentamente el pueblo vuelve a estar en calma y al ritmo de siempre. La carrera de dos horas ha terminado.

Melissa Gómez

¿Una Semana Santa o de semana de diversión?

Es costumbre costarricense celebrar en familia la Semana Santa, pero hoy la celebración reca
en unos pocos y la diversión en la mayoría.

Esteban y Sebastián encabezaban orgullosos todas las procesiones de la ciudad, eran casi los primeros en llegar a ponerse su vestuario de monaguillos y nunca se vieron vencidos por el cansancio de sus pies o por el reinante calor que aquellos días hizo en Alajuela. Tampoco hicieron gestos de aburrimiento al pensar que hubieran estado sosteniendo una sombrilla de sol en la playa.

Mientras los participantes se acomodaban para comenzar el desfile por las calles manudas, ellos permanecían inquietos y una que otra vez observaban camisas moradas y otras rojinegras que se paseaban en las aceras. El recorrido no era largo y el ritmo de la procesión se hacía a un paso lento, muy lento, queriendo quizás agradecer a "las abuelitas" quienes eran las mejores fieles durante "la Semana Mayor".

A pesar del inmenso calor que hacía la gente se trasladaba de un lugar a otro preguntando: "¿a dónde es que regalan palmas?", "no sé, creo que en la Catedral", respondía Esteban. La alegría de unos contrastaba con la cara de otros, la cual reflejaba el disgusto que les provocaba asistir a una celebración religiosa; había una considerable cantidad de niños, pero todos aferrados a las manos de sus padres.

Los rezos eran el sonido más constante, aunque también se escuchaban comentarios: "yo creo que "el monstro" no nos gana hoy", "¡está loco!, Saprissa está solo, hoy les ganamos a la Liga en ese potrero". Tal parece que la pasión por el fútbol es más poderosa que la de la Semana Santa. "Ay sí, hoy es el clásico" –le decía Sebastián a su hermano Esteban. Y éste el respondía: "Shh…"

Esa tarde, el llamado "Mariachi Solís" nos anunciaba que muy probablemente aquel aficionado de la procesión tenía razón y para entonces el tema de conversación no eran ya lo ordenadas o bonitas que estuvieron las procesiones.

Para el miércoles Santo las preparaciones eran más importantes pues al día siguiente comenzaban las celebraciones diarias. No obstante, en la mañana del jueves todos hablaban de los ochos o "los doses" que les agregaron a sus agendas, unos reían por lo obstinados que fueron al olvidarse del cambio y marcar los siete dígitos, mientras que otros aún no hacían ningún cambio en su agenda.

A lo largo del día el tema de la numeración fue dejándose atrás, para dar lugar al partido que ese día el Saprissa jugaría contra "un equipo mexicano". En la tarde, los huertos de varias parroquias tenían un gran movimiento y las verduras, las frutas y las golosinas se vendían rápidamente. Al terminar la tarde aparecieron Esteban y Sebastián, quienes ya querían ponerse su alba blanca y cargar con la cruz alta y las velas ciriales en la procesión del Silencio, la cual generalmente se hace en horas de la noche.

Ya se acercaba la hora de comenzar el desfile nocturno y unos señores, quienes estaban sentados en una banca del parque central de Alajuela, mantenían esta conversación:

- ¿Vio que hoy hay partido?

- Sí, si hace veinte años se jugaba un jueves santo, hubieran apedreado el estadio.

- Ya me imagino, el montón de "santulones" y hasta el sacerdote empujando a la gente.

La procesión de aquella noche concluyó a las diez y a esa hora se corría la voz de que el equipo morado había podido vencer a su rival tres a cero.

El inicio del viernes Santo fue un día normal para los habitantes clandestinos de la ciudad de Alajuela, a las dos de la madrugaba revisaban basureros, discutían entre ellos y buscaban un cartón que los cobijara durante ese frío amanecer. El sol comenzaba a calentar aquellos cuerpos mañaneros que rondaban las abandonadas calles manudas y escasamente algún negocio abría sus puertas para acaparar todas las ventas del día.

El viernes, que por naturaleza católica, es el día de más actividad, desde muy temprano debe de prepararse todo aquello que se vaya a utilizar. Esteban, Sebastián y otros cuatro niños tendrían hoy una jornada muy cansada. La procesión del Encuentro es la más larga de la Semana Santa, por lo que tendrían que cumplir con su función de encabezar la procesión por al menos dos horas. Durante esta peregrinación deben separarse los monaguillos, al igual que las imágenes de María y de Jesús; ya que unos deben salir desde un templo, otros desde otro templo y finalmente encontrarse en otro templo y dirigirse a la Catedral, todo el recorrido se hace rezando el Viacrucis.

Justo en el instante en que se dio el Encuentro de las dos procesiones, el señor Obispo de Alajuela Ángel San Casimiro, emitió una reflexión. Sin embargo, ese viernes Santo el calor hacía que los pies se quemaran, la gente quería sentarse, el cansancio era demasiado; por eso es que tanto Esteban, como Sebastián y los otros niños quisieron descomponer la procesión sentándose en la acera por el resto del tiempo que duró el discurso.

Aún ese día, podía verse entre la multitud de alajuelenses alguna camisa que enorgullecía al saprissista que la portaba, los comentarios sobre el partido, los goles y el arbitraje estaban demás. Al concluir la procesión los rostros rojos evidenciaban a todo aquel que había participado en la celebración religiosa y casi puede decirse que esta característica les dio derecho a consumir un almuerzo, cortesía de la parroquia de la Catedral.

Una vez recuperadas las fuerzas, los niños debieron alistarse nuevamente pues aún quedaba el pequeño recorrido de la procesión del Entierro y justo antes de comenzar Esteban le expresó a su hermano: "¡qué rico estar en una piscina, o en la playa mejor!", y Sebastián le replicó: "no diga eso hoy es viernes santo, ¿se acuerda de lo que dijo abuela?".

La procesión correspondida para el sábado era la de la Virgen de la Soledad, acompañada por las imágenes de San Pedro y San Juan. Algún feligrés preguntó cuál era el nombre de la procesión y al escuchar la respuesta otro asistente dijo riéndose: "¡Jajaja! Sí, es de la Soledad, no ve que poquita gente vino".

La procesión de la Soledad debe atravesar la llamada Calle Ancha de Alajuela y aunque su recorrido es corto, su paso lento la hace más larga y todavía más desesperante se porta la gente cuando los conductores de los carros suenan sus pitos debido al estancamiento vial que provoca la procesión. "¡No se pueden esperar!" – exclamó Esteban entre dientes. Casi en el mismo instante un aficionado al equipo manudo, caminaba entre los fieles preguntando si alguien sabía cuando jugaba su equipo, si el sábado o el domingo.

Para el domingo las bombetas empezaban en horas de la madrugada a despertar a muchas personas. Pareció que más bien al término de la Semana Mayor la gente comenzó a incorporarse a la Fiesta Pascual que la iglesia celebró, pues la asistencia a la última y tal vez más importante procesión fue la mejor. Ese día podía observarse a las orillas de la calle tanto a niños como a jóvenes, a adultos y a ancianos. Por supuesto que Esteban y Sebastián no tardaron en lucir aún más orgullosos sus albas y escarpines blancos, en sus rostros se veía una sonrisa de satisfacción, no por haber terminado la semana sino por haber participado en todas las procesiones.

Un domingo 23 de marzo, día en que los comentarios sobre fútbol estuvieron ausentes debido a que no jugaron ni morados ni rojinegros, día en que muchas familias fueron al centro de recreación más cercano, día en que se celebró la Resurrección de Jesús, dando así fin a la Semana Santa.

Pilar Vásquez Cabrera

Filas acercan a Dios

Asombraba la cantidad de personas que se alineaban en fila
mientras avanzan en su camino hacia la reconciliación. Adultos
mayores, jóvenes y hasta niños acompañando a sus padres esperaban el
turno para acercarse a Dios en los días santos.
………………………………
A las tres de la tarde del miércoles santo en la Basílica de Los
Ángeles encontré cantidad de rostros que se afilaban esperando el
turno de su confesión.
Aunque es difícil elucidar si solo es tradición de semana santa el
hecho de que estuviesen ahí, lo que si era fácil de notar es que se
mantuvieron por largos ratos hasta que llegara su momento, algunos por
más de una hora aguardando su turno, en ocasiones acompañados por sus
hijos que rápidamente podían exasperar o talvez solo acompañados por
sus pecados y la necesidad de que les fueran perdonados.
En las diversas parroquias de Cartago dispusieron de horarios
extraordinarios de confesión para que los fieles se acercaran al
sacramento durante los días santos. Lunes, Martes y Miércoles Santo
habrán confesiones de 8 am a 11:30 pm y de 3 pm a 6 pm así anunciaban
a los cristianos las iglesias de la provincia de las brumas las
alternativas que tenían para reconciliarse, lo divulgaban en las misas
o en los cronogramas de las actividades de la semana mayor.
Los horarios nocturnos no se hicieron esperar, en algunas iglesias
las confesiones también tuvieron sus citas en las noches. En cualquier
horario era sorprendente la cantidad de gente que aguardaba largos
ratos mientras hacía fila para la confesión, y es que está vez las
largas filas no correspondían a los tediosos e inevitables trámites
burocráticos, sino a grandes filas que acercan a Dios,
definitivamente eso solo lo veía en Semana Santa.
Algunos irían a la playa, otros asistirían a las procesiones o
simplemente descansarían en sus casas durante los días santos, pero en
ese momento todos caminaban hacia la misma dirección.
Por decisión propia, necesidad, obligación o tradición decenas de
católicos cartagineses se acercaron al sacramento de la confesión.
-Por la razón que fuese lo importante es que aún los cristianos tienen
el interés de acercarse al sacramento y aunque algunos solo lo hagan
en la época de semana santa lo importante es que lo hagan- dijo
fervorosamente el Diácono Mario Zúñiga.
Muchas eran las tentaciones para no ir, para dejar la fila, los
minutos transcurrían y la espera continuaba. El tiempo era una de las
mayores molestias –a ratos me decía: no mejor me voy por el tiempo- me
contó con una tímida sonrisa Juan Luis, un católico de 21 años que
esperaba su momento de confesión.
Al mismo tiempo que Juan Luis sentía la tentación de irse el
deseo de quedarse fue más fuerte, el sentía que el sacramento le
permitiría acercarse a Dios en los días santos, entonces ¡que
importaba la fila!. La necesidad de Dios y la tentación del tiempo que
vivió el joven católico talvez fue muy similar para el resto de
rostros que hacían fila.
La satisfacción de esperarse era sentirse "limpio" pero para
algunos la experiencia no fue tan gratificante. Alexander otro joven
cartaginés también asistió el miércoles santo a la Basílica de Los
Ángeles para su confesión. Esperó más de treinta minutos para su
turno, mientras hacía fila era notable en su mirada una inquietud
que parecía esperaba calmar después de la reconciliación. Era tan
extraña su apariencia que le solicite me contará algo de su
experiencia en el proceso de la confesión y sorpresivamente respondió
que sí.
El joven proyectaba una extraña imagen principalmente por su
comportamiento pasivo- reflexivo, una mirada apagada y una "pinta"
que no necesariamente reflejaba lo mejor, cualquiera que hubiese
notado todo eso sin duda desearía para él una excelente
reconciliación que pudiera calmar esa inquietud.
Alexander salió de su confesión y al contrario de otros como
Juan Luis su rostro seguía apagado. Entonces fue inevitable
preguntar:
-¿Salís satisfecho de tu confesión?
-mas o menos, respondió.
-¿Porqué, por el padre? (y es que yo había notado que el padre que
le tocó a Alexander se caracteriza por no dejar que la persona exprese
sus pecados)
-Si es que no me dejaba terminar de decirle los pecados, solo decía
estás perdonado, estás perdonado, comentó con desilusión.
Aunque Alexander asegura que se confiesa frecuentemente y no solo
en Semana Santa todos los que ahí estaban esperarán que su
experiencia de confesión sea satisfactoria. Los sacerdotes juegan un
rol fundamental en ese sacramento, la representación de Dios que hacen
ese momento es importantísima, sin duda es básico una gran
preparación.
-Hay que encomendarse a Dios para tener la disposición de atender
con cariño y misericordia a quienes se acercan a la confesión, comentó
el Diácono Zúñiga. El cansancio se vive por los dos lados unos de
esperar y otros de escuchar, imaginen cuán aturdido puede quedar un
padre después de escuchar todo un día pecados, de verdad que como
dicen ellos solo la gracia de Dios puede ayudarles a sacar la tarea.
"Aunque la confesión no solo debería vivirse en los días santos la
época de reflexión orienta a esa actitud en los fieles y eso no es
malo, pero lo deseable es que la gente no solo lo haga en este
tiempo, es gratificante sin embargo ver la parroquia llena de
personas que desean confesarse" explicaba el diácono.
Por convicción o tradición o quien sabe talvez una mezcla de
ambas cantidad de rostros se acercaron al sacramento y vivieron la
experiencia de las filas que acercan a Dios.

Jacqueline Solano

La vía de las destrezas

Aunque hay quienes afirman que sus trabajos no pueden considerarse "de verdad", un malabarista, un creador de figuras a base de hojas de palmera, y un "abre puertas" de taxis subsisten en gran parte por el desarrollo de esas actividades.

El sol arde en la ciudad de San Pedro y calienta los cuerpos de quienes transitan, ya sea en automóvil o a pie, por las vías aledañas a la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Las nubes adornan el cielo cual algodones, los pájaros presentes en el firmamento son escasos y vuelan impetuosamente, la brisa es suave y apenas aplaca los rayos fulgurosos del sol; pero al descender la vista hacia la carretera toda la belleza capturada por mi mirada se esfuma poco a poco, y predomina más bien el caos vial, la polución, veo árboles "esqueléticos", se oyen frenazos, ambulancias, gritos de choferes, el murmullo estridente de la gente… A lo lejos se distingue a un hombre que lleva en sus bolsillos unas largas ramas verdes, camina a lo largo de los autos, los esquiva y aprovecha cada vez que el semáforo está en rojo para ofrecerles a los conductores o a sus acompañantes un determinado producto que desde mi horizonte es imperceptible. Unos lo aceptan y proceden a pagarle, otros de manera indiferente lo rechazan.
A medida que me acerco, mis ojos se detienen fijamente hacia el objeto de mi interés – el que le ofrece el hombre a las personas-. No puedo creer lo que veo: un gigantesco insecto, en realidad es un grillo. Pero, ¡un momento!, este no es real, está hecho a base de ramas. ¡Por supuesto, las ramas de su bolsillo, para eso eran!
Maikel Sánchez, de 24 años, se dedica a elaborar este tipo de figuras desde hace 4 años, cada una tiene un valor de ¢250.
"Me encanta el arte, esto es para mí lo que usted ve: arte", asegura con cierta timidez en su voz.
Tres días a la semana el joven de tez morena, quien es aficionado a la Selección Nacional de Fútbol y tiene 4 hijos, aborda el bus de Granadilla hacia la UCR y se baja en el Outlet Mall, cruza la calle, y recorre presurosamente el campus Rodrigo Facio, para luego estacionarse en la transitada vía y comerciar así sus creaciones.
"-¿Y quién le enseñó a hacer estas figuras?".
"-Ahí he ido aprendiendo, paso a paso, hay gente que me ha ayudado".
"-¿Qué otras cosas hace aparte de grillos?"
-"Rosas, sombreros, corazones".
- "Quiero una rosa, ¿puede hacerme una?"
-"Sí, claro".
Maikel emprende la tarea, con sus dedos desliza las diferentes extensiones de la rama y de una manera un tanto inexplicable para mí, le va dando forma a la flor.
De repente, aparece un joven que porta una camisa celeste de rayas, su nariz está tostada por el sol, le dirige la palabra a Sánchez, parecen ser viejos amigos.
-"Aquí está su rosa", dice, luego de haber invertido menos de 2 minutos en su elaboración. La flor tiene cuatro pliegues y dos ramitas pequeñas que quedan guindando en su parte superior, esta es sostenida por un palillo de dientes de color amarillento.
-"Está bonita, ¿quién le enseñó a hacerla?".
- "Precisamente, Jordi, hace un tiempo" (el joven que acaba de llegar).
- "¿De veras? Que bien. Y Jordi, ¿usted trabaja, cuántos años tiene?"
- "Sí, le abro puertas a las personas en los taxis allá en el Mall San Pedro, tengo 14 años".
-"¿Y va a la escuela o al colegio?"
- "Ajá, estoy en sétimo, soy de Los Cuadros de Purral de Guadalupe, voy al colegio de ahí".
- "¿Y por qué trabaja, además, cuántas horas al día?"
- "Para ayudarle a mi mamá que es ama de casa y para comprarme mis cositas, no me gusta ser un mantenido. Trabajo 1 ó 2 horas al día, me voy cuando haya apiñado cierta platita. A veces reúno ¢5.000 al día o ¢10.000, depende. Hay gente que no paga, igual uno les abre la puerta y no dice nada, siempre trato de ser muy respetuoso con todos, nunca hay problemas".
- "¿Y cuántos jóvenes más trabajan en esto, ahí en el Mall, todos son menores de edad?"
- "Somos como 8 ó 9, sí, son menores de edad, solo hay uno que es mayor".
- "Cuénteme, ¿le gustaría seguir estudiando?"
- "Sí, claro".
- "¿Qué carrera le gusta más?"
- "Quiero ser doctor… O abogado, para sacar a todos mis primillos de la cárcel", dice mientras suelta una carcajada.
- "Yo tengo un primo que es narcotraficante, hace poco salió de la cárcel, iba a comprarse un Hummer pero con la plata mejor contrató a un abogado, pero ahora anda con el Hummer, siempre se lo compró".
- Pero, usted no anda en esos pasos, ¿o sí?
- "Ah, no, yo no, ¡qué va!"
Después de un rato, Jordi Alvarado se aleja, afirma que va a trabajar.
- "Hasta luego muchacha, hasta luego, Maikel".
- "Adiós".
- "¿A qué hora llegan los malabaristas, Maikel?"
- "Deben de estar por llegar, siempre vienen a esta hora".
- "Voy a esperarlos, entonces".
- "Ok, yo voy a seguir vendiendo".
El joven prosigue su camino, cruza la calle, y continúa su rutina, va de carro en carro, viendo a quién le interesa adquirir su mercancía.
Me siento en la cera, con la esperanza de que algún malabarista arribe, y mientras lo hago, 10 personas cruzan el paso peatonal rápidamente, evidentemente todos tienen prisa.
Luego de 10 minutos, como los malabaristas no llegan, decido cruzar la calle y en las afueras de la soda de Derecho preguntarles a algunas personas qué piensan del trabajo que desarrollan Jordi, Maikel y los mismos malabaristas.
- "Esos tipos de trabajos no deben dejar mucho, no sé por qué no trabajan en otra cosa, no están enfermos", considera Andrea Almanza, estudiante de Salud Ambiental de la UCR.
- "Sí, es cierto, son muchachos, no señores, deberían buscarse algo mejor", asiente Alma Rivera, quien cursa la carrera de Farmacia.

Justo después de hablar con las jóvenes me asomo por la verja negra que comunica a la Universidad con la vía pública y sorpresa, hay un malabarista vestido de manera muy particular, con un sombrero negro, un chaleco gris y una pantaloneta, parece ser bastante excéntrico, sobresale su cabellera desordenada, pues tiene en su pelo lo que se conoce como "dreadlocks".
El semáforo se tornó rojo, el joven corre y lanza al aire sus clavas, son tres, de color blanco, lo hace bien, pero el espectáculo que ofrece en realidad es sencillo. Al pasar por los carros, recibe dinero de algunas personas, otras parecen ignorarlo.
- ¿Cuál es su nombre, muchacho?
- Me llamo Lucas Riera, me dice, luego de que sin gran dificultad logro descifrar a través de su acento que es argentino.
- ¿Y qué hace un argentino malabarista en Costa Rica?
- "He recorrido diversas partes del mundo: Centroamérica, Europa (España, Suiza, Francia, Italia), Suramérica. Me gusta viajar, y llevar mi arte, mi espectáculo, yo también hago artesanías y toco mi guitarra, canto, damos espectáculos para niños también… Llevo 8 meses en Costa Rica".
- "¿Qué piensa de la gente que estima que lo que usted hace no es un trabajo de verdad, qué les diría a esas personas?"
- "Que están equivocadas, las expresiones artísticas sí son un trabajo, esto es en lo que me desempeño día a día, a veces solo o con otra gente de otros países. A veces me va mal, a veces bien, pero gano lo suficiente".
- Me contaron que la mayoría de malabaristas que hay en el país son extranjeros, ¿es cierto?
- También hay ticos, pero sí, hay dos italianos (con los que trabaja), 2 argentinos más, 1 panameño y de otros países…
Riera, de 25 años, afirma que su vida es un aprendizaje continuo.
- Siempre estoy aprendiendo de todo, de la gente a mi alrededor, manifiesta con una sonrisa en el rostro.

Luego de un rato de plática, el joven se marcha y cruza como otras personas lo han hecho decenas de veces en el día, el semáforo peatonal, camina lento, dice que irá a un bar "por aquí cerca" y que luego seguirá trabajando.
Procedo también a cruzar la calle, pero antes me tomo un minuto para mirar a mi alrededor, Maikel se había ido también, la carretera estaba libre únicamente para el tránsito de los autos y los peatones, no había más vendedores, ni artistas.
Dirigí mi vista hacia el cielo, y todo permanecía igual, la hermosura de la creación, su esplendor, el sol continuaba siendo potente, quemaba mi rostro, las nubes seguían engalanando el firmamento con sus pulcras figuras, pero ya no había ni un solo pájaro, se habían marchado los pocos que visualicé minutos atrás, quizás cansados del bullicio de la metrópoli y de sus contradicciones.

Joanna Nelson Ulloa.

Viernes Santo: Una tradición que aún se vive en familia

La Legua es un pueblo cuya economía se basa en la producción de leche y siembra de hortalizas. Está poblado por personas humildes y trabajadoras que viven los Viernes Santos en familia y reviviendo muchas tradiciones propias de ese día.

Son las 4:00am del viernes 21 de marzo, Doña Eraida, al igual que todos los días, ya está despierta, con una taza de café en mano y un gallito de queso despide a su esposo, que como todas las mañanas, se dirige a ordeñar. Sin quitarse el abrigo que la protege del frío, ella realiza la limpieza del hogar y sabiendo que volverá tarde del vía crucis se pone a preparar el almuerzo.

Doña Eraida casi llega a los 50 años de edad, mismo tiempo que tiene de vivir en su querido pueblo La Legua de Alfaro Ruiz en donde, desde que tiene memoria, todos los Viernes Santos se realiza un vía crucis, al cual desde pequeña asiste como dice ella "con fe, devoción y respeto".

Este año la cita es a las 10:00 a.m. en casa de Don Ronald Quesada, primera casa del pueblo, en donde se hará la primera de catorce estaciones que están distribuidas a lo largo de los aproximadamente 3 Km que hay desde ahí hasta el templo.

A las 9:30am, faltando solo media hora para que dé inicio el vía crucis el tiempo no pinta muy favorable para salir de la casa. El frió y la neblina se han apoderado de este pueblo, tierra de las hortalizas y la leche, el sol se ha ocultado y parece que no quiere salir a calentar, una llovizna rocía la carretera y los cultivos.

Sin embargo, la fe le ha ganado la partida al frió, y antes de las 10:00 a.m. los vecinos empiezan a llegar a la primera estación. Doña Eraida llega al lugar con su esposo y sus tres hijos, dos de los cuales ya han crecido y no viven bajo el mismo techo, pero al igual como sucede en muchas familias de este pueblo, sus hijos vuelven para conmemorar en familia este día santo.

A las 10:15 a.m. inicia la celebración, aún con lluvia se realizan los primeros cantos, cuatro niños vestidos de ángeles sostienen la cruz principal, frente a la cual todos se inclinan al decir "Te adoramos oh Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo".

Luego de la reflexión de esa estación todos empiezan a caminar detrás de la cruz cantando Perdona a tu pueblo señor. Doña Eraida camina descalza para cumplir una promesa, al igual lo hacen varias personas que al parecer no les importa mojarse los pies con tal de cumplir promesas o mantener tradiciones.

Poco a poco se van incorporando más personas, con abrigos, bufandas y gorros para combatir el frío, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores caminan en familia cantando, rezando y reflexionando. Una voz a través de un megáfono anuncia la tercera estación que se hace en un altar improvisado frente a un cultivo de lechugas y remolachas.

Pasadas las 11:00a.m. ya se ha avanzado hasta la séptima estación, durante el camino se pueden ver las casas vacías en cuyas salas reinan las fotos de bebés y de primeras comuniones. En los campos cultivados y en las lecherías no hay nadie trabajando, según Doña Eraida esto sucede solo una vez al año "Aquí nunca se para de trabajar, solo los Viernes Santos en la mañana".

Camino a la octava estación una señora pasando de un lado a otro las hojas de un libro se acerca a Doña Eraida "¿En que página está ese canto?" "En la 110"- contesta ella- sin dejar de cantar Juntos como hermanos. Al igual que ellas varias personas llevan en sus manos libros de canto y dejando a un lado la pena van cantado aunque sea un poco desafinado.

El camino no es fácil, curvas, subidas y bajadas rodeadas de campos cultivados, que por ratos no se ven debido a la densa neblina que abraza al pueblo. Así se van pasando los minutos, las estaciones y las reflexiones en las cuales hay que hablar bien fuerte y con megáfono para que todos puedan escuchar, labor que se hace más difícil debido al fuerte viento que sopla sin cesar.

A las 12:20 p.m. se llega al templo, Doña Eraida mira sus pies lastimados por la caminada, entra al templo y se acomoda en una de las bancas. No todos corren con la suerte de sentarse ya que las bancas no dan abasto para tantas personas, muchos se quedan de pie en la puerta y con cansancio escuchan la reflexión de la décimo cuarta estación "Jesús es sepultado".

Se termina el vía crucis con la invitación a asistir a la celebración de la Pasión a las 3:00pm. Doña Eraida se retira con su familia a su casa, con el mismo frío y neblina de la mañana, se sientan a la mesa a disfrutar del palmito con huevo y sardinas en salsa, comida que por ser típica de ese día se repite en varios hogares.

A las 3:00pm Doña Eraida ya está en el templo preparándose para escuchar la lectura de la Pasión, sin embargo ésta vez no la acompaña su esposo, ya que como las vacas no perdonan ni un Viernes Santo, él se ha ido a ordeñar al igual que varios de los hombres del pueblo que tienen lechería.

Al final del día, el cielo está despejado, la luna llena se ha asomado a alumbrar la noche, la cual le gana al día en cuanto al frío. A las 9:00pm las calles de La Legua ya están vacías, muchos ya duermen porque les toca madrugar para ordeñar o sembrar. Así termina este Viernes Santo en un pueblo en donde aún se vive esta tradición en familia.

Andrea Chacón

JUDUCA vista detrás de las canchas

Las justas dejaron vivencias de hermandad entre atletas, organizadores y público. Yo viví los juegos dentro de la cancha, pero no jugué; a la par de la pista, pero no corrí; junto con los entrenadores, pero no supervisé. Estuve ahí, pero para que los que jugaron, corrieron y en fin los que vinieron desde toda Centroamérica, pudieran ser conocidos por todos ustedes. Aquí un relato de lo que nunca se vio en los medios sobre la preparación de los Juegos Deportivos Universitarios Centroamericanos y su desenlace.

Este era el primer momento que se organizaba un evento tan grande en la Universidad de Costa Rica. Los organizadores, desde meses atrás, habían estado preparándose para recibir a más de mil atletas de Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá que iban a participar en nueve disciplinas deportivas. Era mi primer acercamiento, también, a la cobertura de muchos eventos de este tipo.

Escuché hablar sobre los juegos centroamericanos alrededor de octubre, cuando estaban reclutando estudiantes para cubrirlos. Pero ya estaba equivocada desde el principio: no eran juegos universitarios, sino "Juegos Deportivos Universitarios Centroamericanos", mejor conocidos como JUDUCA, en su segunda edición. Y es que sólo omitir que son universitarios abarca una gran diferencia: de ahí a decir que no era Costa Rica la sede del evento, sino la Universidad de Costa Rica.

Un pequeño grupo de corresponsales de prensa se formó en la escuela de Comunicación Colectiva de la universidad, entusiasmados al igual que yo por incursionar en la cobertura deportiva. Sin embargo todo iba más allá que eso y desde la primera reunión del programa de voluntariado, con los miembros de la Oficina de Divulgación, nos lo hicieron ver claramente.

Los corresponsales de prensa trabajamos de la mano con muchos otros voluntarios que llegaron a ser edecanes y guías, y la historia era la misma: teníamos que ser verdaderos embajadores de la Universidad y casi implícitamente de nuestro país. Esto implicaba saber un poco de historia, de cultura, y en fin, velar por el interés institucional de que los hermanos y hermanas de Centroamérica se llevaran una buena impresión de la UCR y de los y las costarricenses.

Y la verdad es que mucha de esa información yo ni siquiera la conocía. ¿Yo, que ni siquiera me logro ubicar todavía en San José, iba a poder servir de guía para todos estos estudiantes? Parecía utópico…pero retador. No es tan sencillo como parece a primera vista: los reto a que recuerden en qué año se fundó la Universidad de Costa Rica. O en cuáles años lo hicieron las otras tres universidades públicas. O que manejen al dedillo cuáles son las capitales y las monedas de los países que participarían en los juegos.

En fin, teníamos que dar el ejemplo. Nada de andar descuidando el trabajo por ir a conocer a los deportistas, por ir a hablar de sus países, mucho menos llevarlos fuera del campus universitarios a lugares que no fueran las villas deportivas o sus residencias. Los juegos iban a ser rigurosos con el control, pero eso en realidad no impidió que pudiéramos conversar con muchísimos jóvenes y llegar a ver a Centroamérica a través de sus ojos.

Así nos preparamos durante un par de meses para entender cómo tenía que ser nuestro trabajo, al tiempo que los y las atletas costarricenses se preparaban también para dar lo mejor de sí en los juegos. En ese tiempo nos conocimos mejor en este grupo de corresponsales, al cual se unieron al final estudiantes de Educación Física, así como al equipo de prensa y protocolo que estaba liderando nuestra organización.

Para rematar con la ansiedad, JUDUCA se iba a llevar a cabo la segunda semana de clases, por lo que si normalmente se siente emoción por empezar el curso lectivo, este año era el doble sabiendo que nos esperaba bastante trabajo desde el puro inicio del semestre. Y todos estaban igual: si nosotros estábamos ansiosos, los organizadores también mostraban su agitación y peor estaban los estudiantes que iban a participar para defender los títulos de campeones en las diferentes disciplinas. Pero era una emoción bonita, después de todo: ¡es la tensión graciosa que nos hace movernos de un lado a otro cuando esperamos una fecha importante!

Días antes de que empezaran los juegos, en las instalaciones deportivas de la Universidad se empezaba a preparar la zona de competencias, atención médica, prensa e información. Inclusive, las mismas instalaciones se renovaron: desde la construcción de graderías para la pista sintética y el Estadio Ecológico, hasta las del gimnasio de piso sintético, además de las mejoras en las canchas y la piscina, fueron claramente visibles en los últimos meses. La Escuela de Educación Física fue la unidad base de cómputo, además de ser el centro de atención médica, organización y tener el puesto de información. Continuando el recorrido por el camino que fue señalado, desde Edufi bajamos al Salón Multiuso, el cual nos fue adjudicado a prensa: lo compartimos la Oficina de Divulgación y Canal 15, al tiempo que los periodistas de las radios universitarias y del Semanario podían usar las computadoras y solicitar los datos que ahí se manejaban extraoficialmente. Además, era nuestro centro de recibimiento para los periodistas de los medios de comunicación nacionales. Finalmente, en el último gimnasio estaba la sala de terapia física, en la cual tanto alumnos de esta carrera como sus profesores se encargaron de dar el debido tratamiento a los atletas lesionados.

Y si usted daba un pequeño recorrido alrededor de las instalaciones, en las zonas verdes, podía observar a muchachos y muchachas trabajando en la construcción de 'sintetizaciones de movimientos', a través de unos 600 metros de telas de colores, figurantes diferentes disciplinas deportivas: una salida en atletismo, una brazada de un nadador, la lucha de dos personas en judo.

Teresita Reyes, quien fuera la coordinadora del área sociocultural de los juegos, me dijo que precisamente este proyecto de embellecimiento, junto a otros que se realizaron conforme transcurrían las competencias, fueron pensados para que los estudiantes de las otras universidades fueran bienvenidos de una forma cálida a nuestro país, en el marco de la integración, la hermandad y la solidaridad. En resumidas cuentas, un chineo, como ella misma lo definió. Para eso se colocó una zona de feria, en la que había un recorrido por el cual la persona hacía primero una reflexión acerca de su autoestima, su salud mental, nutrición, sexualidad, estrés, después de la cual podía pasar a la parte de cuidado. En ella, un grupo de estudiantes de bellas artes se encargó de hacer peinados y cortes que los y las visitantes pedían, y un poco más al fondo se encontraban otros pinta-caritas que, con finos pinceles y pintura multicolor, decoraban los brazos y rostros de todos.

Cuando empezaron los juegos, a lo largo del campus se veían muchachas en grupo con los párpados y las frentes pintados de azul plateado, o muchachos con las banderas de sus países estampadas en los brazos. En la misma feria hubo ventas durante toda la semana y, mientras de un lado habían artesanías y peinados, del otro había un espacio para estimular la creatividad: bastó un puñado de camisas blancas y unos cuantos tarros de pintura, para que se extendiera una manta en el piso y todos los chicos y chicas se acostaran sobre ella a decorar sus camisas. "Jesús te amo", "Viva Honduras", "I love my sister" fueron algunas de las frases que se vieron en ellas.

Reyes me comentó que ella había escuchado muchas historias de los atletas: quienes nunca habían recibido un corte de pelo profesional en su vida, y que ahora se sentían muy bien consigo mismos y muy contentos. Eso me hizo reflexionar acerca de nuestra realidad centroamericana, en donde la pobreza y la violencia llegan hasta los jóvenes como nosotros. Detrás de los lindos uniformes azules, blancos, verdes, amarillos y negros que lucían los competidores se escondían historias de sacrificios, luchas y mucho esfuerzo tanto en sus hogares como en sus universidades, que poco a poco se fueron compensando con esta experiencia en armonía y que combinó lo sano del deporte con lo ameno del entretenimiento.

En fin, el ambiente era el mejor que podía esperarse: y finalmente los juegos dieron inicio. JUDUCA empezó con las competencias de fútbol, ajedrez, baloncesto, voleibol y futsal por la mañana, mientras se esperaba la tarde para la inauguración. Atletismo, Karate, judo y natación darían inicio en los siguientes días. Desde temprano había bastante gente en las instalaciones deportivas, y por la misma agitación del primer día se dieron algunos atrasos con los medios de transporte. Pero lo importante fue que se terminó bien la jornada, con expectativas de mejorar la siguiente.

El lunes 10, a las 3 de la tarde, salió la antorcha representativa de las olimpiadas y en nuestro caso de estas justas, desde las instalaciones de CONARE en Pavas hasta el campus de la UCR. Fue llevada por los mejores atletas de las universidades estatales de nuestro país y, aunque llegó a tiempo, la inauguración no fue tan puntual…en lugar de empezar a las 5 de la tarde, como previsto, las personas empezaron a llegar después al Estadio Ecológico y hasta los focos de luz que debían iluminar el acto se atrasaron. En fin, los atletas esperaron alrededor de hora y media afuera de la pista sintética de la Universidad.

Poco a poco los espectadores se acomodaron en las graderías y observaron el espectáculo desde lo alto. En un acto que empezó con el desfile La Chiza, la ardillita mascota oficial de los juegos, le siguió el de las delegaciones de cada país al tiempo que se hacía una breve reseña del mismo y continuó con la entonación del himno nacional de Costa Rica. Luego de las palabras de los organizadores y representantes de la UCR tuvo cabida el acto cultural, en el que los diferentes grupos de representación artística tomaron la tarima principal y en medio de música y baile ofrecieron un espectáculo de muy buena calidad. Lástima que, ya fuera porque habían partidos por jugar en la noche o porque otros debían descansar, poco a poco las delegaciones se fueron disipando y quedó solo un pequeño grupo de gente frente al escenario.

A lo largo de la semana, en cada disciplina se fue vislumbrando cuál equipo podía llegar a la final, quién iba a resultar ganador o cual iba a ser el campeón centroamericano en cada competencia. Mientras tanto, nosotros íbamos y veníamos de la sala de prensa, dando informes con los resultados y preparando las notas que servirían para comentar cada jornada deportiva.

Por un lado hubo competencia pero por otro hubo momentos de esparcimiento para quienes competían: gozaron de actividades culturales y de convivencias entre todos; incluso se dio la oportunidad para que muchos se conocieran y compartieran sus vivencias. Pude conversar con Cecilia Gutiérrez, atleta de la Universidad de San Carlos de Guatemala, quien me comentó que le gustó mucho el trato de las personas, además de la organización del evento y el todo le dio confianza en sí misma, a pesar de sentirse un poco nerviosa al ver sus rivales en atletismo. Efectivamente, ganó dos medallas de oro y una de plata…

A otros muchachos, como Marisol Galán de la Universidad de El Salvador, les pareció que se logró muy bien el objetivo de fomentar el centroamericanismo: me contó que los edecanes fueron quienes más le llamaron la atención, ya que los apoyaron y estuvieron junto a ellos, aunque estuvieran compitiendo contra sus compañeros de la UCR, y pudo hacer más amigos de otros países, en su misma disciplina, que aunque ya se habían visto en otras competencias, tuvieron la oportunidad de unirse por estar esta vez en la misma sede.

Detalles como el centro de atención médica, la sala de terapia física, la brigada de primera respuesta, ambulancias, póliza para los estudiantes, el balance nutricional de cada comida, la manipulación adecuada de los alimentos en cada residencia, el trato por parte de los voluntarios, la atención brindada en las instalaciones deportivas, los servicios de telefonía pública e Internet gratuitos y la asistencia en transporte fueron muy apreciados por los representantes de las universidades, tanto estudiantes como docentes y administrativos y, de acuerdo con varios atletas, dejaron en ellos una buena imagen de la atención que la Universidad de Costa Rica les pudo brindar.

Los campeones centroamericanos se definieron por disciplina, como comentó en el momento de la juramentación de los y las competidores ticos el vicerrector de vida estudiantil, Carlos Villalobos. No iba a hacerse la declaratoria de una sola universidad ganadora, porque con el solo hecho de participar, cada institución se llevaría el premio de haber contribuido a una formación integral de sus estudiantes.

De esta forma, los Juegos Deportivos Universitarios Centroamericanos, JUDUCA 2008, fueron literalmente un encuentro de culturas. No parece verdad cuando sabemos que hablamos el mismo idioma, que comemos los mismos alimentos o que somos de países vecinos. Pero cuando surge la oportunidad de verse cara a cara, de notar las diferencias en los acentos y de ver cómo es el deporte, la educación, la convivencia, la forma de ser y las costumbres de cada uno, es cuando es más comprensible esa rica diversidad de conforma Centroamérica, y cuando empieza a crearse un espacio de tolerancia y aprendizaje en cada uno.

La Universidad de Costa Rica dio un gran paso en la organización de eventos de esta magnitud, y quedó demostrado que, si bien hubo errores e imprevistos, una buena planificación puede dar las herramientas para trabajar adecuadamente en estas situaciones. No queda más que esperar la tercera edición de JUDUCA, a realizarse dentro de dos años en Honduras, con la sede de la Universidad Pedagógica. Seguro en esa ocasión, habrán otros tantos voluntarios y corresponsales de prensa, como yo, que se mostrarán entusiastas de poder atender y trabajar con personas de otros países, para conocerlos y aprender de ellos en esta linda experiencia de encuentros.



Cuadro "Campeones por disciplina-deportes individuales"

Disciplina

Ganador

Natación, rama femenina

Universidad de Costa Rica

Natación, rama masculina

Universidad de Panamá

Karate

Universidad de El Salvador

Judo

Universidad de El Salvador

Atletismo, rama femenina

Universidad Estatal a Distancia, Costa Rica

Atletismo, rama masculina

Universidad de San Carlos, Guatemala

Ajedrez, rama masculina

Universidad de El Salvador

Ajedrez, rama femenina

Universidad de Autónoma de Managua, Nicaragua


Cuadro "Campeones por disciplina-deportes colectivos"

Oro

Plata

Bronce

Fútbol, rama femenina

Universidad de Costa Rica

Universidad de El Salvador

Universidad Autónoma de Managua

Fútbol, rama masculina

Universidad de Costa Rica

Universidad Autónoma de Honduras

Universidad Pedagógica de Honduras

Baloncesto, rama femenina

Universidad San Carlos de Guatemala

Universidad de Costa Rica

Universidad de El Salvador

Baloncesto, rama masculina

Universidad de Belice

Universidad de Costa Rica

Universidad de Panamá

Futbol sala, rama femenina

Universidad Nacional de Costa Rica

Universidad de San Carlos de Guatemala

Universidad Autónoma de Honduras

Futbol sala, rama masculina

Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica

Universidad de Costa Rica

Universidad Pedagógica de Honduras

Voleibol, rama femenina

Universidad de Costa Rica

Universidad Nacional de Costa Rica

Universidad de Panamá

Voleibol, rama masculina

Universidad Estatal a Distancia

Universidad de Costa Rica

Universidad de Panamá


Caterina Elizondo

Miércoles Santo pa' moler

"Nada más de enyugar a Los Indios y comenzamos a sacar la tarea".

El sol apenas se está asomando y aunque todavía se siente el frío de la madrugada, en la casa de la familia Mesén desde hace rato que el trabajo comenzó. Como todos los miércoles santos desde hace 16 años, esta familia generaleña se da a la tarea de poner a funcionar el trapiche, hacer participe a la comunidad del proceso y regalar tapa de dulce a todos los vecinos.

La caña para moler está lista desde ayer, don Adémar el padrino de la familia y dueño de Los Indios la regaló, "Aquí nos preparamos desde antes, esta caña la cortamos en la faena de ayer" aseguró el orgulloso boyero mientras enyugaba las bestias para iniciar la molida.

Los Indios ya colocados en el área de trabajo iniciaron arreados la labor en el trapiche que luego de dos horas y media de jalar sin descanso dio como resultado dos estañones de jugo de caña para el dulce.

Este trabajo de los bueyes no es nada fácil pues deben caminar y hacer fuerza para que el trapiche vaya triturando la caña y así obtener el caldo "Para las bestias es cansado y para mí también porque son muy nuevos y tengo que arrearlos todo el rato" nos cuenta agitado don Adémar.

Ya está lista la primera parte del trabajo y se hace necesario tomar impulso para el resto del día. Las mujeres en la cocina alistan desayuno para los boyeros, los que jalaron la caña y para los vecinos que ya empiezan a llegar. Sentados en el trapiche en bancos de madera o en el piso de tierra todos disfrutan del pinto con bistec encebollado y café.

"En mi casa siempre hay comida para todos, no quiero que nadie diga que aquí no se come bien. En Semana Santa y más el miércoles todas sabemos que hay que pegarse a la cocina, a mi me gusta que llegue gente", asegura Doña Trina, abuela de la familia quién a sus 74 años todavía monta caballo, arrea ganado y ordeña vacas.

La paila ya encendida con leña está bien caliente, los chiquillos con vaso en mano no dudan en sacar jugo del estañon antes de que lo pasen al fuego. De aquí en adelante el trabajo es largo y arduo, los peones son necesarios para mantener en movimiento constante todo el caldo.

El dulce olor se apodera del trapiche rodeado de monturas, albardas y sogas. Ya es mucha la gente que ha llegado, vecinos, familiares, amigos y hasta gente que pasa por la calle y es seducida por el encantador aroma de leña y caña son bienvenidos. El sacar una tarea, como lo llama la familia, en Semana Santa es ya una tradición, lo hacen como una forma de compartir y también de revivir las tradiciones campesinas.

La familia Mesén se dedica a la ganadería de carne en su mayoría. Aseguran estar muy orgullosos de la tradición del dulce y el que la tarea se saque el miércoles nos es casualidad, todo lo contrario, es este día el designado pues el lunes es día de trabajo en la finca, el martes hay subasta de ganado y el jueves y viernes santo son sagrados asegura doña Trina "esos días ni los bueyes pueden trabajar, hay que guardar el luto".

El caldo empezó a hervir y se puede disfrutar de los primeros gustos de la tarea, con un cucharón de mango largo se saca la espuma que va quedando sobre el jugo y a la orillas de la paila, los clientes sobran.

Para los niños ya también está lista la mejor golosina, el sobao. Con una cuchara de madera se saca el dulce hirviendo a una tabla de donde se revuelve rápido y constante hasta formar una verdadera melcocha, ahí mismo, mientras se va mezclando se agrega a una parte coco y a la otra maní para luego arrollarla. La fila de niños y adultos antojados ya es larga, así que no hay tiempo para dejarla enfriar, es hora de saborear.

Finalmente, los hombres pasan el dulce a un cajón largo de madera donde se bate y se deja reposar un rato hasta que crece, vuelven a moverlo y lo pasan a moldes, que no son más que vigas de madera con muchos huecos, el dulce permanece allí entre 20 y 30 minutos, se pasa los moldes por agua y está lista la tapa de dulce.

Mientras todos disfrutan de un café acompañado de arroz de leche y pan de chiverre, la familia Mesén reparte a las visitas las tapas de dulce y las melcochas que quedaron. Y aunque ya la tarea terminó, en el aire todavía se saborea el dulce olor a pasado y es posible revivir por instante aquella época donde el dulce de caña era la bebida oficial de los campesinos.

Natalia Suárez Calderón

Viernes Santo de lagarto

Un Viernes Santo, un día en el cual la mayoría de las familias costarricenses se reúnen para recordar a Jesús, asistir a la misa y las procesiones, y donde por respeto en el almuerzo y en la cena no habrá carne.


Es un viernes feriado para la mayoría de los "ticos", donde algunos dejan de lado los compromisos religiosos y aprovechan la oportunidad para escaparse a locaciones donde el agua cristalina choca con la arena, bajo un intenso sol invitando a "tirarse" al agua azul.

Es un día ideal para amanecer temprano, desayunar bien, ponerse la ropa más cómoda, llenarse de valor y… salir en la búsqueda de un lagarto.

Claro que no es cosa de todos los ticos, sino que es beneficio de pocos, especialmente los habitantes de Ortega de Santa Cruz, quienes año tras año, realizan la "lagartiada". La actividad es una tradición centenaria heredada de los chorotegas, quienes atribuían a la grasa del animal propiedades curativas.

El ser un Viernes Santo no es casualidad, sino que los ancestros guanacastecos creían que por ser un día sagrado el cebo del animal tendría mayor efecto curativo.

Año tras año, los habitantes de Ortega, personas humildes, de tez morena y trabajadores de la tierra en su mayoría, conservan esta tradición, la cual consiste en la búsqueda de un lagarto, la extracción de sus aguas y el paseo por el pueblo con el reptil, como muestra de un trofeo.

En los inicios de la tradición y durante muchos años, el animal era sacrificado para extraerle la grasa, pero desde hace unos 15 años, y por algunas restricciones ambientales, luego de la extracción y la marcha triunfal, el animal es devuelto con vida a las aguas, declaró Álvaro Cascante Barrantes, lagartero de más de 40 años de experiencia y organizador de la actividad.

Actualmente, la "lagartiada" es una tradición que reúne cientos de turistas provenientes de comunidades cercanas guanacastecas y del resto del país. Esta vez aproximadamente dos mil personas se reunieron bajo el caliente sol de la pampa guanacasteca para observar la caza del lagarto.

Desde tempranas horas de la mañana (6.45 a.m.), se podía observar que en este muy pequeño pueblo no era un día normal, el movimiento de personas era elevado, ricos olores de comidas tradicionales flotaban en el aire, y las expresiones en las caras de los vecinos delataban que algo especial tenía que ocurrir.

La pequeña sodita propiedad de don Álvaro se convirtió en el centro de reunión, y conforme pasaban los minutos más vecinos se acercaban, mientras algunos medios de comunicación tomaban las primeras tomas, y algún que otro turista también se avecinaba al lugar.

Adrián Ortega, de 16 años es uno de los lagarteros más jóvenes, la adrenalina es lo que más lo mueve a realizar la hazaña, al igual que su padre, don Víctor Ortega, quien ya cumple 25 años de "lagartear", habilidad que le fue traspasada por su antecesor.

El joven expresa claramente el nerviosismo, pero también el orgullo frente a su padre, quien lo apoya y está orgulloso de haber transferido la costumbre a su hijo.

Todo está transcurriendo de la mejor forma, a las 8.10 a.m. de la mañana el grupo de lagarteros está completo, y se llama uno por uno para apuntarse en una selecta lista de 20 personas, que irán a la caza asegurados por una póliza financiada por la Asociación de Desarrollo de Ortega.

El tiempo pareció volar frente a nosotros, y al observar el vecindario, ya se vislumbra una afluencia mayor de personas, mientras apenas el sol comienza a calentar la que era una fresca mañana.

Cinco minutos después, un camión ganadero se estaciona en frente de la sodita, y al llamado de cada nombre presente en la lista, los valientes lagarteros se montan en el transporte, con la esperanza de que todo transcurra de la mejor manera, y darles a la comunidad de Ortega y al público presente, el ambicionado lagarto.

Los hombres encargados de la misión son todas personas de la comunidad, quienes recibieron el legado de sus padres. Algunos más simpáticos, otros más serios, pero todos amigos o hasta familiares y con un gran valor en común: la humildad.

A las 8.20 a.m. comienza el camino de lastre de una media hora hacía el lugar seleccionado para la "lagartiada", con una fila de vehículos que seguía aumentando como el juego de la serpiente virtual, detenidos tan sólo por una colecta de la asociación en el medio del camino.

La ya extensa fila comandada por el "camión lagartero" llegó hasta un sector del río Cañas conocido como "La Guacimada", lugar que había sido vigilado previamente siendo escogido para la actividad.

A las 8.40 a.m. unos veinte lagarteros se tiraron a las aguas, protegidos tan solo por un bastón y dispuestos a enfrentarse y vencer al temido reptil, mientras alrededor de 200 personas se amontonaban en las orillas del rio, como simulando los antiguos espectáculos en el Coliseo de Roma.

Luego de hora y media, el lagarto aún no quería aparecer pese a los intentos y los gritos de los lagarteros tratando de espantar el animal y hacerlo huir de su cueva bajo las aguas del río. Este año la "lagartiada" tenía complicaciones de más aplicadas por el Ministerio de ambiente y energía (MINAE), como respetar el ambiente natural del reptil y no sacrificar el animal.

Además, la tradición estuvo vigilada todo el tiempo por un grupo de funcionarios de la institución.

Tal vez por eso todo se complicó, ya que los cazadores no podían perforar la cueva como otros años, y solo podían confiar en sus gritos, en sus pasos o en la voluntad del cocodrilo por salir de su hogar, explicó Alvín Montes, lagartero de 30 años de experiencia que este año prefirió vivir la actividad desde afuera y no como protagonista.

Mientras en el agua los lagarteros trataban de cumplir la hazaña, en los márgenes del río el público aumentaba constantemente al igual que la temperatura del sol, que a eso de las 10:20 de la mañana comenzaba a volverse insoportable, mientras ya alrededor de 1.500 personas disfrutaban del espectáculo.

Al parecer, la guarida del lagarto fue demasiado profunda para sus cazadores, que resignados, a las 10:25 a.m. decidieron desplazarse a otro sector, porque de una o otra forma no se podía regresar a casa sin el trofeo.

Y fue así como comenzó otro extenso camino de lastre en medio de cultivos y paisajes naturales. Otra vez liderados por el camión cargado de lagarteros, la fila de carros, busetas, motos y cuadras llegó hasta el río Las Palmas en la Guinea de Filadelfia, a las 12 del mediodía.

Allí, los héroes del día tendrían una segunda oportunidad de encontrar el ansiado lagarto, y de nuevo, se tiraron al agua con la esperanza de cumplir con el deseo de la entera comunidad.

El público fue fiel a los cazadores, y siguió a estos hasta la lejana nueva locación, aunque la sed y el hambre ya comenzaban a afectar a muchos impreparados, mientras otros con hieleras llenas, disfrutaban sin problemas del viernes especial.

Pese al nuevo destino y al deseo ya evidente de encontrar el reptil, el nuevo lagarto parecía estar avisado de su incomodo destino, y optó por el mismo truco del primero.

El primer clímax de la actividad llegó alrededor de las 12.15 p.m., cuando unas burbujas en el agua delataron la ubicación del lagarto y mientras los cazadores rápidamente se disponían a su captura, el público comenzaba a gritar exaltadamente.

Para suerte del animal y desazón de muchos, el reptil se escabulló de sus cazadores para protegerse de nuevo en su cueva, mientras el tiempo seguía pasando lentamente hacía un indeseado éxodo.

Eran ya las 3.30 p.m y los lagarteros no habían aún dado con su tesoro, momento en el cual ya mucho público batido por el fuerte sol y el hambre, abandonó la zona sin la satisfacción de ver al lagarto.

Algo extraño estaba ocurriendo, Ortega de Santa Cruz se estaba quedando sin su lagarto un Viernes Santo, algo que los años no recuerdan haber ocurrido.

Los lagarteros no podían dejar a su comunidad con las manos vacía, aún después de casi un entero día en la búsqueda del reptil.

Alrededor de las 5.00 p.m la tradición ancestral revivió, y un pequeño lagarto de un metro y medio fue atrapado por los insistentes cazadores.

Ya no había mucho público, el día fue agotador, sin embargo, como el valiente que no se rinde hasta obtener su objetivo, al filo del atardecer un lagarto fue tomado de las aguas del río Las Palmas.

La marcha triunfal comenzó, y pese a haber atrasado el festín, como buenos ticos, los "ortegueños" regresaron de vuelta a su comunidad tarde, pero con el ansiado cocodrilo entre las manos.

El eco popular culpó el atraso a la regulación impuesta por el MINAE de no maltratar el hábitat natural del animal, haciendo imposible así hacer salir el lagarto de su cueva para poderlo cazar.

Sin embargo, un año más se tomó un lagarto en Ortega, y la tradición se mantuvo viva con la promesa entredicha de los vecinos que la enseñanza se traspasará de generación en generación, y la "lagartiada" seguirá por muchos años más.

Tal y como estipulado por el MINAE, el lagarto fue devuelto con vida a las aguas el lunes 24 de Marzo, luego de haber permanecido dos días exhibido en una pileta en Ortega. Dato obtenido de La Nación.


Simone Martin Sillavi