Un aula virtual para los cursos de periodismo de la UCR. Acá podremos aprender a ejercerlo, analizar casos y compartir experiencias.

15/4/08

El calvario bajo la sombra del fortín

El fuerte sol mañanero no parecía adecuado para una ocasión tan solemne. Un buen aguacero hubiera sido más apropiado, aunque poco probable a mediados de marzo.

Exactamente nueve minutos antes de lo programado, un respetable grupo partió del Sagrado Corazón. Eran las 9:51 a.m., Viernes Santo. Guiando el camino tres monaguillos de blanco avanzaban a paso lento hacia el sur. La única niña estaba puesta muy simétricamente en el medio.

A los pequeños les seguía un grupo masculino con túnicas largas que a primera vista parecían pastores de antaño. Al caminar, se mecían de un lado a otro mientras apoyaban sus cuerpos sobre bastones de madera que se doblaban en forma de u. No por coincidencia conté once hombres; según dice la historia el doceavo se había suicidado ya esa mañana.

Los próximos tres grupos, también masculinos, parecían agentes recién salidos de la CIA con sus pantalones, zapatos y corbatas negras que combinaban impecablemente. Algunos coronaban sus atuendos con gafas insectiles que protegían sus ojos del sol implacable, las cuales no hicieron más que alentar la fantasía imaginaria de alguna conspiración gubernamental que me había ideado al ver sus uniformes.

El primer grupo vestía bandas satinadas moradas, tendidas sobre sus hombros, con una fina guarnición dorada. Ellos revoleaban sus matracas rítmicamente al son de sus pasos lentos. El segundo grupo semejaba el primero, pero colgaban sus manos vacías contra el contorno de sus piernas mientras caminaban en silencio. El tercer grupo, el más bullicioso de los tres, golpeaba más de una decena de tambores blancos en sintonía con las matracas.

A la caravana de hombres le seguía una especie de carreta primitiva que cargaba una pareja de parlantes. Estos ocasionalmente proyectaban música y voces inidentificables, pues el micrófono inalámbrico frustraba cualquier esfuerzo de localizar la proveniencia de las palabras.

Y finalmente apareció el protagonista de la Vía Crucis: una hermosa estatua de Cristo arrastrando una cruz sobre su hombro izquierdo, que dentro de pocos momentos le traería su propia muerte, según los Evangelios del Nuevo Testamento. Diez fieles alzaban la imagen sobre sus hombros.

El Cristo, tal y como lo relata el discípulo Marcos, vestía una toga color púrpura que, desde tiempos bíblicos, alude a la realeza e inclinada sobre su sien, una corona de espinas. El disfraz de la imagen no fue casual: tanto la toga y la corona fueron parte de un disfraz ideado por los romanos hace unos 2.000 años como una burla final del "Rey de los Judíos". Sin embargo, para los cristianos contemporáneos el color morado no es ningún sarcasmo. Es más, el pedestal sobre el cual descansaba la estatua relucía decenas de flores moradas.

La multitud rodeaba la figura de Jesús mientras avanzaba, como si misteriosamente la cerámica se hubiera convertido en algo más. El deseo de acercarse lo más posible al protagonista del evento era evidente. Se asemejaba un poco al público que se arrima lo más posible a la tarima en la que se exhibe un Alejandro Fernández o un Juanes, pero en un silencio respetuoso.

Una pequeña anciana se arrastraba detrás de la procesión ocultando su espalda jorobada debajo de un sencillo vestido violeta. Protegía sus mechones blancos bajo un paraguas--en este caso más bien un para-sol—mientras caminaba junto a su esposo. Este auxiliaba su cuerpo con un bastón que muy probablemente ya había cumplido con su cuota de recorridos similares.

Entonces, la procesión llegó a su primera parada: una joven de vestimenta elaborada nerviosamente enunció un pequeño monólogo ofreciéndole agua a la imagen que los hombres acercaron hacia ella con cuidado. Luego de que la muchacha le arrimara un jarrón de bronce a la boca del Cristo, los feligreses recuperaron su paso lento sin necesidad alguna de instrucción. Habiendo transcurrido ya media hora de caminata, la multitud había recorrido escasos 300 metros.

El gentío continuó y parecía saber exactamente dónde sería la siguiente parada, pues se detuvo frente a otra casa en espera del segundo parlamento. Sin embargo, a diferencia de su antecesora, esta mujer se conmovió tanto por el acto que con dificultad pronunció las palabras entre lágrimas, que, al menos en apariencia, irradiaban sinceridad. Luego de exponerse frente al al público, se agachó y le lavó los pies a la figura, que de no haber sabido, yo jamás hubiera adivinado que era inánime.

Ya para la tercera parada la creciente multitud inundaba las calles. La última mujer recitó su guión mientras una madre amamantaba a su bebé sin pena alguna frente a cientos de ojos extraños, que parecieron ignorar el hecho. Al terminar sus palabras, la dama cuidadosamente le secó la cara al Cristo antes del encuentro con María.

Al llegar a la esquina de "La Cleto", el flujo de gente viró hacia el sur y se instaló frente a la entrada de la escuela donde la imagen de Jesús se encontró a su madre, cara a cara. El fuerte olor a incienso se filtraba entre los cuerpos silenciosos, mientras todos observaban cómo se arrimaban las estatuas en representación de un beso. Un sacerdote intervino en la escena y predicó brevemente bajo un calor, que ya para esa hora, se había hecho fulminante.

En el Parque Central al corazón de la ciudad, se congregaba un grupo que con facilidad duplicaría el tamaño de la procesión. Cientos de personas esperaban ansiosas la llegada de la procesión que había salido más de dos horas antes.

Bajo aquel sol, frente a sus discípulos, frente a las tres mujeres que le auxiliaron, frente a su madre, frente a cientos de espectadores y frente a las mismas palomas nativas del parque, fue crucificada la imagen de Jesús.

El Cristo revivió una vez más su pasión en el calvario, más de 2.000 años después del hecho original. Pero esta vez la crucifixión no se dio en el Gólgota, sino en el centro de Heredia, y ¡en qué lugar mejor que bajo la sombra del legendario fortín!

Amy Ross

6 comentarios:

Benjamín dijo...

Es la crónica que más me gustó. El título capturó mi atención y está muy bien ligado con el cierre (algo que personalmente me costó un mundo en mi crónica y comparada a esta... no logré!).
Noté algunos pequeños errores de redacción como "...muy simétricamente en el medio..." , me parece redundante y al leerlo en voz alta se "oye raro".
Aparte de esto, los detalles de la serie de eventos como la madre que amamantaba a su bebé, le dan una dosis de realismo y humor a la crónica.

Nati Suárez dijo...

El título de esta crónica merece aplausos, me encantó. La crónica en general me gusto, es fluida y hasta entretenida.
Como señala Benjamín, el título está genial, de verdad que Amy lo logró. Creo que este (el título) es el gancho de esta historia, sin duda invita al lector a verla.

Andrea dijo...

Me gusta mucho las comparaciones que hace porque le dan una dosis de buen humor a la crónica, como por ejemplo cuando menciona lo del concierto.
Pese a que el título me indica que los hechos son en Heredia, si creo que faltó que se mencionara y describiera el lugar donde se hace la procesión porque eso haría más fácil ubicarnos en el espacio.
También a mi parecer faltó más descripción del ambiente y sobre todo del ánimo de los participantes.
En general me entretuvo leerla y me mantuvo a la expectativa de que iba a pasar.

Mariela Araya dijo...

Tengo varias cosas que decir:

Muy buena la manera de llevarme por por el relato sin contar minuto a minuto, me llevó como en una corriente...

Lo de los agentes de la CIA me causó mucha risa! Incluso me imaginé a los chavalos de "Men in Black" con los lentes oscuros y todo jaja!

Y lo que todos han dicho, el título es un éxito!

Vio Amy! Rajado que servís para esto!!!

Anónimo dijo...

Esta me gustó muchísimo, en especial cómo entermezcla las acciones que presencia con la hsitoria bíblica. Lo único es que es hasta el puro final que me ubico en que lugar se desarrolla.

Joanna Nelson Ulloa. dijo...

Esta crónica es la máxima expresión de la descripción, la descripción en acción diría yo, lo cual es excelente. A pesar de que en mí caso me sé casi de memoria la historia sobre la muerte y resurección del Señor Jesucristo, resultó muy interesante leer la manera en la cual usted cuenta la historia; en donde incluso lo entrelaza con otros elementos, como el tema de la CIA. Me gustó mucho, Amy, ¡súper bien!