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15/4/08

¿Una Semana Santa o de semana de diversión?

Es costumbre costarricense celebrar en familia la Semana Santa, pero hoy la celebración reca
en unos pocos y la diversión en la mayoría.

Esteban y Sebastián encabezaban orgullosos todas las procesiones de la ciudad, eran casi los primeros en llegar a ponerse su vestuario de monaguillos y nunca se vieron vencidos por el cansancio de sus pies o por el reinante calor que aquellos días hizo en Alajuela. Tampoco hicieron gestos de aburrimiento al pensar que hubieran estado sosteniendo una sombrilla de sol en la playa.

Mientras los participantes se acomodaban para comenzar el desfile por las calles manudas, ellos permanecían inquietos y una que otra vez observaban camisas moradas y otras rojinegras que se paseaban en las aceras. El recorrido no era largo y el ritmo de la procesión se hacía a un paso lento, muy lento, queriendo quizás agradecer a "las abuelitas" quienes eran las mejores fieles durante "la Semana Mayor".

A pesar del inmenso calor que hacía la gente se trasladaba de un lugar a otro preguntando: "¿a dónde es que regalan palmas?", "no sé, creo que en la Catedral", respondía Esteban. La alegría de unos contrastaba con la cara de otros, la cual reflejaba el disgusto que les provocaba asistir a una celebración religiosa; había una considerable cantidad de niños, pero todos aferrados a las manos de sus padres.

Los rezos eran el sonido más constante, aunque también se escuchaban comentarios: "yo creo que "el monstro" no nos gana hoy", "¡está loco!, Saprissa está solo, hoy les ganamos a la Liga en ese potrero". Tal parece que la pasión por el fútbol es más poderosa que la de la Semana Santa. "Ay sí, hoy es el clásico" –le decía Sebastián a su hermano Esteban. Y éste el respondía: "Shh…"

Esa tarde, el llamado "Mariachi Solís" nos anunciaba que muy probablemente aquel aficionado de la procesión tenía razón y para entonces el tema de conversación no eran ya lo ordenadas o bonitas que estuvieron las procesiones.

Para el miércoles Santo las preparaciones eran más importantes pues al día siguiente comenzaban las celebraciones diarias. No obstante, en la mañana del jueves todos hablaban de los ochos o "los doses" que les agregaron a sus agendas, unos reían por lo obstinados que fueron al olvidarse del cambio y marcar los siete dígitos, mientras que otros aún no hacían ningún cambio en su agenda.

A lo largo del día el tema de la numeración fue dejándose atrás, para dar lugar al partido que ese día el Saprissa jugaría contra "un equipo mexicano". En la tarde, los huertos de varias parroquias tenían un gran movimiento y las verduras, las frutas y las golosinas se vendían rápidamente. Al terminar la tarde aparecieron Esteban y Sebastián, quienes ya querían ponerse su alba blanca y cargar con la cruz alta y las velas ciriales en la procesión del Silencio, la cual generalmente se hace en horas de la noche.

Ya se acercaba la hora de comenzar el desfile nocturno y unos señores, quienes estaban sentados en una banca del parque central de Alajuela, mantenían esta conversación:

- ¿Vio que hoy hay partido?

- Sí, si hace veinte años se jugaba un jueves santo, hubieran apedreado el estadio.

- Ya me imagino, el montón de "santulones" y hasta el sacerdote empujando a la gente.

La procesión de aquella noche concluyó a las diez y a esa hora se corría la voz de que el equipo morado había podido vencer a su rival tres a cero.

El inicio del viernes Santo fue un día normal para los habitantes clandestinos de la ciudad de Alajuela, a las dos de la madrugaba revisaban basureros, discutían entre ellos y buscaban un cartón que los cobijara durante ese frío amanecer. El sol comenzaba a calentar aquellos cuerpos mañaneros que rondaban las abandonadas calles manudas y escasamente algún negocio abría sus puertas para acaparar todas las ventas del día.

El viernes, que por naturaleza católica, es el día de más actividad, desde muy temprano debe de prepararse todo aquello que se vaya a utilizar. Esteban, Sebastián y otros cuatro niños tendrían hoy una jornada muy cansada. La procesión del Encuentro es la más larga de la Semana Santa, por lo que tendrían que cumplir con su función de encabezar la procesión por al menos dos horas. Durante esta peregrinación deben separarse los monaguillos, al igual que las imágenes de María y de Jesús; ya que unos deben salir desde un templo, otros desde otro templo y finalmente encontrarse en otro templo y dirigirse a la Catedral, todo el recorrido se hace rezando el Viacrucis.

Justo en el instante en que se dio el Encuentro de las dos procesiones, el señor Obispo de Alajuela Ángel San Casimiro, emitió una reflexión. Sin embargo, ese viernes Santo el calor hacía que los pies se quemaran, la gente quería sentarse, el cansancio era demasiado; por eso es que tanto Esteban, como Sebastián y los otros niños quisieron descomponer la procesión sentándose en la acera por el resto del tiempo que duró el discurso.

Aún ese día, podía verse entre la multitud de alajuelenses alguna camisa que enorgullecía al saprissista que la portaba, los comentarios sobre el partido, los goles y el arbitraje estaban demás. Al concluir la procesión los rostros rojos evidenciaban a todo aquel que había participado en la celebración religiosa y casi puede decirse que esta característica les dio derecho a consumir un almuerzo, cortesía de la parroquia de la Catedral.

Una vez recuperadas las fuerzas, los niños debieron alistarse nuevamente pues aún quedaba el pequeño recorrido de la procesión del Entierro y justo antes de comenzar Esteban le expresó a su hermano: "¡qué rico estar en una piscina, o en la playa mejor!", y Sebastián le replicó: "no diga eso hoy es viernes santo, ¿se acuerda de lo que dijo abuela?".

La procesión correspondida para el sábado era la de la Virgen de la Soledad, acompañada por las imágenes de San Pedro y San Juan. Algún feligrés preguntó cuál era el nombre de la procesión y al escuchar la respuesta otro asistente dijo riéndose: "¡Jajaja! Sí, es de la Soledad, no ve que poquita gente vino".

La procesión de la Soledad debe atravesar la llamada Calle Ancha de Alajuela y aunque su recorrido es corto, su paso lento la hace más larga y todavía más desesperante se porta la gente cuando los conductores de los carros suenan sus pitos debido al estancamiento vial que provoca la procesión. "¡No se pueden esperar!" – exclamó Esteban entre dientes. Casi en el mismo instante un aficionado al equipo manudo, caminaba entre los fieles preguntando si alguien sabía cuando jugaba su equipo, si el sábado o el domingo.

Para el domingo las bombetas empezaban en horas de la madrugada a despertar a muchas personas. Pareció que más bien al término de la Semana Mayor la gente comenzó a incorporarse a la Fiesta Pascual que la iglesia celebró, pues la asistencia a la última y tal vez más importante procesión fue la mejor. Ese día podía observarse a las orillas de la calle tanto a niños como a jóvenes, a adultos y a ancianos. Por supuesto que Esteban y Sebastián no tardaron en lucir aún más orgullosos sus albas y escarpines blancos, en sus rostros se veía una sonrisa de satisfacción, no por haber terminado la semana sino por haber participado en todas las procesiones.

Un domingo 23 de marzo, día en que los comentarios sobre fútbol estuvieron ausentes debido a que no jugaron ni morados ni rojinegros, día en que muchas familias fueron al centro de recreación más cercano, día en que se celebró la Resurrección de Jesús, dando así fin a la Semana Santa.

Pilar Vásquez Cabrera

3 comentarios:

Joanna Nelson Ulloa. dijo...

Me parece que está bien redactada, está interesante. Solo anoto dos detalles: no ofreció los apellidos de Esteban ni de Sebastián, como vimos en clase que es importante hacerlo. Yo sé que usted no lo inventó, pero siempre hay que procurar brindar esos datos para que haya credibilidad.
Tampoco identificó, ni siquiera los nombres, de los señores que conversaban en el parque. Luego, el título de la crónica hizo un mayor "honor" a las celebraciones de Semana Santa que al tema de la diversión. Pero, como mencioné me parece que la redacción fue oportuna y el estilo narrativo fue ameno.

Joanna Nelson Ulloa. dijo...

Creo que no me expliqué bien con lo del título. Lo que quise decir es que en él se mencionan dos temas que uno asume se van a abordar: las celebraciones de Semana Santa y la diversión. Pero, a lo largo del texto se abarca más el tema de las actividades religiosas, que a lo que supuestamente divierte. Entonces ahí la crónica queda debiendo esa información (solo menciona lo del fútbol y hace una breve mención de la playa, cuando hay miles de actividades más), según mi perspectiva.

Andrea dijo...

Varias cosas
Me gusta mucho porque incluye mucha descripción, la redacción es muy fluida y permite en varias ocasiones sentirnos en el lugar de los hechos.
Sin embargo me quedan varias dudas:
Primero en lo personal me fue necesario conocer la edad de los niños, ya que a veces me los imaginaba muy pequeños, pero por sus comentarios sentía que eran mayores, entonces el conocer la edad permitiría imaginar como son estos niños.
Luego muchas de las cosas que se relatan se hacen de una manera muy omnipotente, y me queda la duda de cómo Pilar se enteró de tanto, como por ejemplo cuando menciona lo que hacen los indigentes a las 2 de la madrugada del Viernes Santo.
Otra cosa es el título, cuando lo leo siento que la crónica que voy a leer me va a contar sobre Semana Santa y sobre cómo muchas personas se divierten saliendo a la playa o a fiestas, sin embargo esa parte de la diversión se menciona muy poco o más bien se centra en el fútbol, porque en casi toda la crónica se mezcla las actividades de católicas con comentarios sobre los partidos de fútbol.