Un aula virtual para los cursos de periodismo de la UCR. Acá podremos aprender a ejercerlo, analizar casos y compartir experiencias.

14/4/08

Un dulce muy singular

Un fogón con forma de volcán, una paila enorme de acero, un extraño cucharón cuyo mango es de madera y en la punta tiene un semicírculo de hierro lleno de huequitos, el fuego ardiendo y un líquido espeso que hierve a varios cientos de grados centígrados, es lo que necesita don Jose Ángel para hacer su miel de dulce en presentación líquida.
La tradición de comprar el dulce en forma sólida de “tapa” y derretirlo con agua caliente podría ser cosa de ayer. El ingenio de este campesino y micro empresario vecino de San Bosco de Sabalito, podría revolucionar nuestra forma de preparar la tica y famosa agua dulce de ahora en adelante.
Un olor dulce y agradable del caldo de caña en cocción inunda el humilde “galerón” y nos recibe para vivir una experiencia única. El piso de tierra, los gruesos troncos de madera que sostienen las latas de zinc oxidado y el brillo de las luciérnagas en pleno vuelo nos demuestran que estamos en un verdadero sitio rural. Alrededor todo es verde: explanadas de pasto, enormes árboles y matas de plátano, donde los pajaritos y chicharras han establecido sus hogares para amenizar conciertos para los visitantes.
Todos los días, don Jose Ángel regresa de la finca con la carreta cargada de caña de azúcar. “Lo hago solo porque ya no hay mucha gente que se dedique a este trabajo. No saben cómo cortar la caña o pasarla por el trapiche”, dice con una sonrisa humilde. “Lo operaron del corazón hace un tiempo; pasó dos meses sin hacer nada y casi se muere, nunca deja de trabajar y hace todo casi sin ayuda.” dice la esposa.
Limpia con el pañuelo blanco su frente empapada de gotas de sudor y su cara enrojecida por el sol. Con la energía de un adolescente, pese a sus 59 años de edad, extrae el jugo de la caña con el trapiche y el caldo claro cae a una olla de metal para luego empezar con la labor que realiza desde que vivía en San Marcos de Tarrazú hace muchos años.
Aquí no se desperdicia nada. El “bagazo” (desecho de la caña), lo seca y lo usa para encender el fuego que hace hervir el caldo de caña. “A mí no me gusta cortar árboles para usarlos como leña, más bien siempre trato de sembrar, por eso uso el bagazo para el fuego”.
El pequeño volcán de futura miel empieza a hervir, el humo vuela por doquier y nuestra dulce aventura inicia. Asomamos la cabeza por el borde de la paila, las burbujitas saltan una tras la otra y la espuma amarilla baila sobre el caldo; de veras que las ganas de darle una probada aumentan. Don Jose Ángel toma trozos del bagazo y los usa como cucharas para darnos “muestras” de la espuma tan tentadora. El sabor es único y es tan dulce y agradable que más de uno queda relamiéndose los labios.
Así, prueba tras prueba, don Jose Ángel considera que ya está en el punto exacto. “Usted la ve ralita, pero cuando se enfríe entonces va a ponerse más espesa.” De inmediato toma una pichinga azul y con la ayuda de un embudo guarda la miel, que por cierto, de antemano la tenía encargada por los fieles compradores.
Para complacernos a nosotros, las visitas, guardó un poco de la miel para hacer “pericos”, una especie de melcocha de dulce, pero que se tiene que comer en el momento. Sentados en unos troncos, vemos como introduce su mano en la miel que hierve en la paila y saca un poquito para probar el espesor. Cuando llega a la textura justa, forma unas bolitas melcochosas y las comemos entre todos.
Luego empaca la miel en bolsas de un kilo para venderlas en el pueblo. Las comercializa en los supermercados y las panaderías. Su hija dice que la mayoría del tiempo no es suficiente la cantidad que haga, siempre hay alguien que quiere más.
La noche llegó y aún estábamos comiendo “pericos”, los zancudos volaron alrededor nuestro con su típico zumbido y las chicharras cantaban a gran voz. Después de tomar un gran vaso de agua para menguar el dulce de la garganta, don Jose Ángel y su familia nos despiden con la mano en alto y una sonrisa sincera. Mañana será otro día, mañana irá a vender su miel y demostrará que existen maneras ingeniosas de ganarse la vida en un pueblo tan pequeño como es Sabalito de Coto Brus.

Mariela Araya

7 comentarios:

Joanna Nelson Ulloa. dijo...

Me gustó mucho, recurre a muchas herramientas descriptivas, hasta hace mención de elementos que a veces pasamos desapercibidos como el sonido de los pájaros y de la fauna que habita en el ambiente natural de nuestro país, concretamente de Sabalito. Lo único que anoto es que no nos brinda el apellido de don José Ángel y ni siquiera nos da el nombre de su esposa. Esos datos son importantes, como vimos en clase. Pero a no ser por ese detallito, la crónica está muy bonita, nos detalla de forma muy pertinente el proceso para preparar el agua dulce. ¡Muy bien!

Lucía dijo...

Apunto lo mismo que Joanna en relación a los apellidos del señor y la señora, no solo como identificación sino que le da un sabor familiar a la historia y no tan personal, aún cuando así es el enfoque sin embargo es bonito sentirlo.
Con respecto al lugar, estuve un poco desubicada hasta llegar al final pero está muy bien.

Unknown dijo...

Me parece una buena crónica, como comenta Joanna usas bien los recursos descriptivos. Su título me antoja las ganas de leer la crónica y al terminarla tengo "la boca echa agua".
Como bien lo dicen las compañeras, es necesario la mención de nombres y apellidos para familiarizarse con los personajes (aunque no puedo criticarte en este punto, pues yo también olvidé poner los apellidos a mis dos personajes).

Simone dijo...

Lo que más me agradó es la forma en que se describe el proceso, no hace falta mucho para imaginarse la paila con el dulce preparandose.

Tambien, le da voz al protagonista en partes claves lo que le da más veracidad al relato.

De repente creo que se podría afinar ciertas partes que no quedan claras en el relato, por ejemplo, ¿quien son las visitas? ¿ Que planes tiene el señór con su producto tan singular?, y finalmente el apellido de don José Ángel...

Por lo demás, logró llamar la atención con el título, y el relato es fluido y gustoso de leer.

Andrea dijo...

Igual que en la crónica de Nati, el mostrar el proceso de hacer el dulce, hace que sintamos que lo estamos viendo, además dan ganas de probar los “pericos”.
Me parece muy bien la ambientación que hace al mencionar los pájaros y las chicharras porque nos hace sentir que estamos en el lugar escuchando esos sonidos.

Nati Suárez dijo...

La descripciones de mari se merecen un 10 :) Me parece una crónica super detallada, de verdad que permite ir viendo todos los instrumentos que utiliza don Jose Angel en la elaboración del dulce. De la misma manera hace posible que el lector esté en el trapiche y lo sienta suyo.
Me gusta mucho!!

Nati Suárez dijo...

La descripciones de mari se merecen un 10 :) Me parece una crónica super detallada, de verdad que permite ir viendo todos los instrumentos que utiliza don Jose Angel en la elaboración del dulce. De la misma manera hace posible que el lector esté en el trapiche y lo sienta suyo.
Me gusta mucho!!